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Dentro de los temas centrales del Análisis Transaccional, Eric Berne establece que todas las personas poseen una percepción respecto de sí mismas, de las otras personas y de la vida.

A estas percepciones o conceptos se les conoce como posturas o posiciones existenciales. Estas se originan a partir de la historia de vida y de los mensajes que la persona recibió desde su infancia.

Existen cuatro patrones básicos de posiciones existenciales:

Yo estoy bien, tú estás bien.

 

En esta posición se encuentran aquellas personas que recibieron durante su niñez afecto, mensajes positivos, atención y cuidados por parte de sus progenitores y otras figuras significativas.

Las personas que adoptan esta posición pueden resolver sus problemas de forma creativa y constructiva, son realistas y consideran valiosas a las otras personas. Es la posición de una personalidad saludable.

Yo estoy bien, tu estas mal. (Proyectiva)

 

Las personas que han sido agredidas o denigradas pueden llegar a pensar que ellas están mal. Es la posición de quienes se sienten víctimas o perseguidas. Tienden a seguir culpando a las otras personas de sus desdichas y fracasos.

A medida que pasa el tiempo pueden empezar a devolver el odio acumulado, a agredir antes de ser agredidas. Es una posición adoptada con frecuencia por criminales y delincuentes, que se transforma en una conducta paranoide y que en casos extremos puede llevar al homicidio.

Yo estoy mal, tú estás bien. (Introyectiva)

 

Es la posición adoptada por las personas que recibieron constantemente mensajes negativos, lo que pudo llevarlas a la conclusión de que son personas malas y que las otras son buenas y con base en esto construyen su autoestima.

Es la posición de quienes se sienten menos o impotentes al compararse con otras personas. Generalmente se aíslan, sufren de depresión y en casos extremos pueden llegar al suicidio.

Yo estoy mal, tú estás mal. (Inutilidad)

 

Cuando durante la infancia las personas han sido abandonadas o reciben siempre mensajes que las conducen a la inseguridad y a la desconfianza, aunado a una ausencia de reconocimientos o afecto, pueden llegar a la conclusión de que no están bien, pero tampoco las otras personas lo están.

Es la posición de quienes pierden interés en seguir viviendo y en casos graves y extremos pueden cometer homicidio o suicidio o ambas.

 

En cuanto a la posición ante la vida, la persona que adopta la primera posición piensa que vale la pena vivir la vida. Si adopta la segunda, considera que la vida de las otras personas apenas tiene valor.

En la tercera  posición, cree que su vida no vale la pena y en la cuarta, piensa que la vida no vale nada, ni la suya ni la de las demás.

Es importante decir que las posiciones existenciales pueden fluctuar dentro de ciertos límites, dependiendo de las situaciones y experiencias vitales que la persona vaya teniendo y del tipo y calidad de las relaciones que establezca con otras personas.

Por otra parte, posiciones existenciales negativas muy arraigadas se pueden modificar a partir de un buen autoanálisis realizado con ayuda de un especialista.

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